miércoles, 4 de mayo de 2016

Amor envenenado

Érase una vez, una pareja de jóvenes, Julia y Pablo, muy enamorados. Decidieron comprar una casa con el fin de decorarla juntos con amor y ternura. Querían comprar una casa que estuviera en el bosque, para poder salir a pasear y hablar de su amor y su futuro.
Encontraron una casa abandonada que tenía todo lo que ellos querían y decidieron comprarla porque costaba poco y podían arreglarla a su manera.
Pasaron tres años, terminaron las obras de la casa y se encontraron con la sorpresa de que Julia estaba embarazada. Se pusieron tan felices… Tras varias semanas pensaron que tendrían que comprar una cuna y decorar un cuarto para el futuro bebe.
Un día pasó por allí una señora muy mayor y les pidió pan, Julia entró rápidamente en casa a por él y Pablo detrás de ella. Pablo no quería dárselo porque no se fiaba de aquella mujer. Entonces, la anciana,  viendo las intenciones del hombre le sonrió y le dio un regalito, era una cerveza. Lo que la pareja no sabía era que esa cerveza tenía veneno.
Al llegar la noche el hombre se tomó la cerveza que le había regalado y cuando se fueron a la cama Julia noto que a Pablo le pasaba algo,  pero pensó que sería por el cansancio del trabajo y la reforma del cuarto.

A la mañana siguiente,  Julia se levantó primero a preparar los desayunos, pero vio que Pablo no se levantaba, algo le ocurría pero no sabía el que. Salió corriendo a la calle para pedir ayuda y allí se encontró con la señora mayor del día anterior. Entonces Julia empezó a darle vueltas al asunto y creyó que no podía ser una coincidencia, que aquella mujer tenía algo que ver con lo que le pasaba a Pablo, por lo que le preguntó que qué había hecho con su marido. A lo que esta le contestó: 

- Le he dado una lección, para que aprenda a ser más amable. 

En ese momento Julia recordó la cerveza que le había regalado y se dio cuenta de que lo había envenenado. 

La joven le pidió perdón porque quería recuperar a su marido, pero la mujer lo que quería era ver que Pablo era una persona buena de verdad. Lo despertó con la condición de que Pablo tendría que demostrarle que había cambiado.
Pasaron los días y la señora volvió como dijo,  pero con una apariencia totalmente diferente y les volvió a preguntar si le daban un trozo de pan. Julia rápidamente dijo que sí, pero Pablo, que no recordaba nada, de nuevo no quería. Julia intentaba convencerle,  pero no había manera y le suplicó a la mujer que le diera una sola oportunidad más, que viniese al día siguiente y que ella conseguiría que se lo diese él mismo.
Julia se pasó todo el día hablando con Pablo para convencerle,  pero como no lo conseguía, y por miedo a perderlo, lo amenazó con divorciarse de él, diciéndole que si no era buena persona no podría enseñarle esa cualidad a su hijo. 

Al día siguiente volvió la mujer como había dicho y Pablo le dio el pan pero la vieja vio que no lo hacía con humildad,  si no por la amenaza de Julia. Miró hacia la ventana y vio a Julia allí. Le hizo una señal para que saliera y le explicó que le daba mucha pena, que solo le dejaba bien por ella y por su futuro hijo pero que tendría que ayudar a su marido a ser más generoso.
Pasaron los años y la pareja tuvo dos hijos:  una niña, María, y un niño, Alfonso. Con el paso del tiempo Pablo cambió y se hizo una persona caritativa y generosa y así la familia vivió siempre muy feliz.
Los padres les contaban a sus hijos lo que les había ocurrido con aquella mujer pero ellos pensaban que era un cuento y no se lo creían. Por eso Julia siempre les decía que fueran buenas personas y que tuvieran mucho cuidado cuando saliesen de paseo por el bosque.




Gadea Palacios 2º A 




















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