lunes, 19 de junio de 2017

Silencio y sonido


Lo primero fue el silencio, uno absoluto y sepulcral, que llenó todo el inmenso lugar. Se podía notar como todo el público contenía la respiración. El tiempo pareció detenerse mientras que el violinista levantaba el arco y acariciaba con suavidad las cuerdas. Y entonces llegó el sonido, una única nota que apenas podía ocupar todo el espacio que había dejado el silencio, pero que fue seguida de muchas más, y antes de que se dieran cuenta, las personas que se hallaban en el teatro se encontraron levantándose de sus asientos y aplaudiendo con entusiasmo. Incluso mucho después de que los aplausos cesaran y de que el violinista abandonara el escenario, la melodía todavía parecía seguir resonando con fuerza en sus corazones.

Violeta Garrido Martínez, 2ºA ESO

No hay comentarios:

Publicar un comentario