martes, 2 de febrero de 2016

SUICIDIO DE DIEGO GONZALEZ



Diego González  dejó escrita una carta antes de suicidarse tirándose por la ventana del quinto piso de su vivienda el pasado 14 de octubre. 

Su madre Carmen nos cuenta lo sucedido: «Yo estaba levantada pero no me enteré de que se había movido de la habitación. Yo... Miré y vi las zapatillas en el suelo, con lo cual no pensé que él se había levantado, porque yo le tenía que dar unos temas de repaso de Naturales y Sociales. Entonces, cuando me di cuenta, me metí en la habitación, no le vi y le busqué como loca por toda la casa y vi, en el fondo de la cocina, la mampara abierta, me acerqué y... Con la oscuridad vi su sombra, en el suelo. En el alféizar de la ventana había un mensaje: «Mirad en Lucho». Lucho es el muñeco amarillo de los Lunnis, su juguete fetiche desde bebé, con el que jugaba a hacer guiñol con su padre. En la habitación, Lucho guardaba un cuaderno, y así contaba Diego, con una aparente madurez desde luego impropia de sus 11 años, las razones que le llevaron al suicidio: "Papa,mama... espero que algun dia podais odiarme un poquito menos.Yo no aguanto ir al colegio y no hay otra manera de no ir" dejó escrito a sus padres.

Al menos dos compañeros de clase de Diego González, , dieron detalles a los investigadores de la policía del acoso que sufría por parte de otros alumnos que también les maltrataban a ellos sin que ni los profesores ni la dirección del centro intervinieran. Tanto la carta de despedida de Diego como el acceso a estos testimonios han convencido a los padres de que la fatal decisión está relacionada con esos problemas y que el colegio está haciendo todo lo posible para taparlos.

Se metían con él otros niños y siempre estaba triste…”, testificó el progenitor de uno de sus ex compañeros, según consta en el sumario del caso y han confirmado fuentes judiciales. Su hijo había sufrido también varias agresiones hasta el punto de que llegó a perder un diente en dos ocasiones por lo que llegó a enfrentarse a gritos con el director del centro, el religioso Vicente Ribas.

Otra niña relata como ella era muy amiga de Diego y un tercer compañero. Los tres sufrían la persecución de un grupo de tres niños y niñas, dos de los cuales estaban protegidos porque uno era el hijo de un profesor y otro de un catequista.

Para mi leer la carta de despedida que le escribió a sus padres, hermanos y abuelos me destroza el alma. Pienso en el dolor de sus padres. No sé cómo se puede seguir viviendo después de algo así. Tenemos un problema si un niño de once años acaba así con su vida. Si ir al colegio se le hace tan insoportable. Si nadie lo detecta y le ayuda. Cuántos niños se acostarán hoy con miedo por lo que les pasará mañana en clase. Oficialmente se ha suicidado, pero con su muerte dio un último grito de rabia a todos aquellos que le hicieron daño. A los matones que le hacían la vida imposible. A los compañeros que miraron para otro lado. A los profesores que o no se enteraban de lo que pasaba o no se querían enterar. Para mí, igual que hay campañas contra el maltrato de mujer podían hacer una campaña contra el bulling en la cual se ayude a las persona que están pasando por esta situación.

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