sábado, 30 de enero de 2016

UNA HISTORIA PATAS ARRIBA

Hola, yo soy Rina y tengo una gran habilidad para adaptarme a cualquier tipo de situaciones y, cómo no, la realidad me la ha liado parda, ya que ahora con solo chasquear los dedos tres veces viajo a mundos paralelos en los que todo está patas arriba. Unas veces soy una princesa, otras una condesa, otras una pirata...Bueno, pues esta vez fui yo la que lo fastidió todo.
Ya me había acostumbrado a ser Peach, la princesa del Mario Bros (sí, hasta a esas realidades llega lo de los mundos paralelos) cuando me llegó una factura de coche:
- Princesa - dijo un criado - le ha llegado una multa. Le dijimos que no usara el coche.
- Pero si aquí ni siquiera hay coches, puedo volar con mi sombrilla - repliqué yo.
- Pues va usted a tener que pagarla.
Total que me harté y me fui al siguiente mundo, sin saber la que me esperaba...Esta vez me convertí en Caperucita Roja, así que decidí darle un giro al mundo de los cuentos y matar al lobo por mi propia cuenta. Cuando éste se me acercó:
- Hola pequeña - dijo el lobo - no tengas miedo, dime a dónde vas.
- Hola señor. Por lo que parece, no se ha duchado en mucho tiempo - dije yo al lobo.
- ¿Cómo? - dijo él.
- Mira, toma este caramelo de menta - le dije, aunque era veneno, en realidad - así no te apestará el aliento.
Él lo comió y, bueno, digamos que "fue hacia la luz".
De repente hubo un resplandor que me cegó y al abrir los ojos aparecí otra vez en el punto de partida del cuento, como si todo hubiera rebobinado. Pero el escenario de delante ya no era un bosque, sino un sendero con dulces.
Decidí seguir adelante, ya que podría irme al siguiente mundo si me encontraba el peligro.
Al final del sendero encontré la casa de la bruja de Hansel y Gretel. Lo extraño era que había una mujer delante de la casa; era bizca y tenía una capa como la madrastra de Blancanieves. Decidí acercarme a ella y vi que estaba discutiendo con un árbol:
- Señora - le dije yo - ¿Sabe usted que está hablando con un árbol?
- ¿Qué? - dijo ella - estoy dándole a Blancanieves la manzana envenenada, ¿no lo ves?
- No - dije yo - usted está intentando hacer que un ciruelo se coma una piedra de color rojo.
- Pero, ¿qué dices, niña? - dijo la señora - Ahhhh.... ahora lo entiendo...tú eres Blancanieves. En ese caso, toma esta rica manzana, niña.
- Señora - dije yo - no sé si se habrá fijado pero soy Caperucita Roja.
- No, tú eres Cenicienta - dijo una voz.
- ¿Qué?, - dije sobresaltada.
- Sí, cariño, y tienes que ir al baile con el príncipe antes de la media noche - dijo el hada madrina de Cenicienta.
- No, ella es Aurora y tiene que ir a dormir - dijo el hada mala de la Bella Durmiente.
- No, ella es Wendy y tiene que ir ya a Nunca Jamás o la harán crecer - dijo Peter Pan.
Total, que todos empezaron a discutir sobre mí y, del estrés que llevaba acumulado, me desmayé. Y al despertarme volví a estar en mi casa, en mi mundo original. 
Desde entonces nunca más volví a chasquear los dedos ni a viajar por mundos.


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